-Nacida el 24 de junio de 1941 en Sliven, Bulgaria,
es una filósofa, teórica de la literatura y el feminismo, psicoanalista y
escritora francesa de origen búlgaro.
-Se educó en un colegio francés y luego
estudió lingüística en la Universidad de Sofía. En 1965, a la edad de 24 años,
se trasladó a París,1 estudió en la Universidad de París y en la École Pratique
des Hautes Études, al tiempo que publicaba artículos en revistas como Tel Quel,
Critique y Langages. Desde 1970 hasta 1983, formó parte del equipo de redacción
de Tel Quel.
-En la actualidad, enseña Semiología en la State
University de Nueva York y la Universidad París VII "Denis Diderot".
3-6-2 OBRAS CENTRALES
-Su obra, de gran complejidad, se enmarca por lo general en la crítica del
estructuralismo (neoestructuralismo y post-estructuralismo), con influencias de
Claude Lévi-Strauss, Roland Barthes, Michel Foucault, Sigmund Freud y, ante
todo, Jacques Lacan. Está casada con el escritor francés Philippe Sollers.
-Está hoy lejos de los grandes
modelos y paradigmas de las ciencias sociales y de la teoría literaria que
conmovieron el panorama universitario de los años sesenta y de los setenta.
3-6-3 PRINCIPALES APORTES
-La abyección, el amor, la melancolía, ocupan sus
clases y sus reflexiones. Y desde hace unos siete u ocho años todo gira en
torno a su labor de psicoanalista, su consulta y sus pacientes, incluso los
temas que elige para sus seminarios universitarios. Estuvo en Madrid para
hablar del amor -tema de su último libro- y atrajo fundamentalmente a un
público de psicoanalistas, no siempre satisfechos ante sus planteamientos ciertamente
originales y heterodoxos. Explica que, efectivamente, quien no está enamorado
ni se psicoanaliza ni escribe, está muerto.
-Los casos que explica Kristeva en su último libro,
Histoires d'amour, tienen todos algo en común: la falta de amor. "Ser psicoanalista
es saber que todas las historias terminan hablando de amor", reza la
contraportada de su libro. Pero una de las mayores infelicidades en la sociedad
occidental -explica- es el individualismo, que nos hace negar el amor y la
solidaridad. Nuestra sociedad carece, además, de código amoroso. Para Kristeva,
no hay más solución que reconciliarnos con nosotros mismos.
-"El individualismo occidental es también un
valor importante que se puede capitalizar positivamente, y mientras nosotros
nos lamentamos por nuestros excesos individualistas, los japoneses, por
ejemplo, se sienten disminuidos por su falta".
Awante el papo EQUISDE
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